Cada fragancia tiene que ser una perfecta equilibrada amalgama de moléculas de todo tipo, hay moléculas simples y pequeñas volátiles livianas, que aparecen al principio del aroma, esas que son responsables de una elevada intensidad, de esa potencia que llena un ambiente en tan solo un instante, incluso antes de destapar el frasco que las contiene
También hay moléculas largas lineales pero no pesadas, que en sus extremos contienen grupos químicos como aldehídos o cetonas que hacen que huelan a limpio o a frutas y en las fórmulas no fallan.
Otras moléculas son más grandes, enredadas y pesadas, huelen poco pero hacen que los olores separados de cada material se unan en un todo, en un acorde, en una fragancia.
En una fórmula de un perfume sea para lo que sea, corporales, perfuminas textiles, difusores, se tienen que unir armónicamente todo tipo de moléculas, para que se encuentren, jueguen y hagan su magia, esa que nos hace destapar el frasco y descubrir ese aroma especial único que nos traslada a otro lugar.