El marketing olfativo ha pasado de ser tendencia a una opción asentada dentro de las marcas. La creación de experiencias sensoriales a través del olfato determina el futuro del marketing sensorial.
El marketing olfativo es una oportunidad para captar al consumidor aumentando el recuerdo de un producto o marca por más tiempo, además de incrementar las ventas de los productos hasta un 30%.
Seguro que recuerdas perfectamente el olor a pochoclo que hay en las salas de cine, pero quizá no la última vez que fuiste o el color de la caja que las contenía. Según un estudio sobre los sentidos en el ser humano realizado por la universidad de Rockefeller (Nueva York), los seres humanos recuerdan tan sólo el 5% de lo que ven, el 2% de lo que oyen y el 1% de lo que tocan. Sin embargo, el 35% de lo que se huele se queda en el recuerdo.
En tiempos tan exigentes como los actuales, uno de los principales desafíos para las marcas es crear y mantener relevancia. La clave para lograrla “exige comprender cómo conducir el cambio mediante la innovación transformadora, capaz de mantener la relevancia y de crear energía y visibilidad”, explica Roberto Álvarez del Blanco, experto en marketing y estrategia de marca.
La innovación actual se centra en enriquecer experiencias, en captar la información a través de los diferentes sentidos. El marketing olfativo es una ciencia moderna consistente en utilizar aromas específicos en un entorno de negocio con el fin de suscitar emociones y de esta manera influir sobre los comportamientos del consumidor y el ánimo de los empleados.
“Las personas comenzamos a formar memorias olfativas muy temprano, incluso antes de nacer” -argumenta Miguel Morán, director de marketing del Centro de Psicología Álava Reyes – El olfato nos hace recordar productos, lugares, personas y situaciones que, en muchas ocasiones, se remontan a experiencias vividas capaces de provocar emociones en concordancia a ese olor y que ha influido en un proceso de aprendizaje”.
Las empresas han visto en el marketing olfativo una oportunidad que debe ser aprovechada para captar al consumidor por otros medios más allá de los visuales y, aumentar así, el recuerdo de un producto o marca por más tiempo. Y aunque es una herramienta de publicidad que no trabaja a nivel de marca exclusivamente, tiene un gran poder a la hora de influir en el comportamiento del cliente. Según la investigación realizada por el psicólogo Eric Spangenberg, un aroma de vainilla en una tienda de productos femeninos hizo que se doblaran las ventas respecto a otro establecimiento de las mismas características pero sin ningún tipo de esencia. Otro estudio interesante fue el del Scent Marketing Institude, donde se comprobó que el jazmín favorecía la concentración y se empezó a utilizar en oficinas (Hisrch y Wirtz, 2008). “Los olores y aromas son, en definitiva, un excepcional mecanismo para ayudarnos a pasar de lo puramente sensorial a lo realmente experiencial y vivencial”, expone Álava.
El futuro huele a marketing
La seducción a través de los olores no es una técnica más del marketing sensorial, es la más efectiva, capaz de crear una atmósfera positiva en juego con colores, sonidos y texturas. Por ello, cada vez más empresas están innovando en este sector.
Las técnicas olfativas del marketing sensorial siguen creciendo para convertirse en una de las herramientas más poderosas de la estrategia publicitaria. “El futuro del marketing pasa por la creación de la excelencia sensorial comenzando, sin duda, por la nariz”, predice Francisco Ruiz.
FUENTE:
www.elpublicista.es