Dentro de la memoria olfativa, existen olores o aromas que pertenecen exclusivamente al recuerdo individual, evocando momentos anteriores placenteros o poco agradables, en una respuesta instantánea e irracional, que nos lleva a revivir momentos de la infancia, unas vacaciones especiales, o la presencia de un nuevo bebé en la familia.
Aromas que nuestra mente archivó y que habitualmente están asociados a emociones primarias como el amor, o el deseo, que harán que mientras unos individuos hayan percibido como positivo un olor asociado a una experiencia placentera, para otras personas ese olor es rechazado.
Pero además de los olores que agradan de forma personal, existen otros categorizados positivamente por nuestro entorno cultural, que sin embargo son rechazados por otras sociedades, como podría ser el olor de determinadas las diferentes cocinas del mundo, concepto genérico que supone una variable muy presente a la hora de planificar cualquier acción de marketing olfativo.
No obstante el intercambio entre culturas ha hecho que re-eduquemos el olfato con nuevos olores, como es el caso de la introducción de especias para repostería como canela y vainilla, utilizadas en fragancias exóticas que también conectan con la sensación de hogar.
Todas estas cuestiones son decisivas a la hora de trabajar en marketing olfativo ya que se obtienen las claves para crear perfumes que estimulan sensaciones muy agradables a nivel colectivo.
FUENTE:
www.pro-air.es