Se dice que esta planta originaria de la India creció alrededor de la tumba de Cristo después de su resurrección. Y en algunas iglesias ortodoxas griegas la usan para preparar su agua sagrada y ponen floreros de albahacas debajo de los altares.
Es más, se cree que su nombre es una abreviatura de Basilikon phuton (en inglés albahaca es basil), expresión griega que significa hierba majestuosa.
Pero, como siempre, ante tanta belleza no faltan los detractores. La historia también cuenta que entre griegos y romanos se extendió la creencia de que, para asegurar la germinación de la albahaca, se debía maldecir al momento de sembrarla. Y con el tiempo se fue más allá: en Europa Occidental se llegó a afirmar que era una planta del diablo y un remedio contra las brujas.
Lo cierto es que es buena para espantar, pero insectos.
No solo las propiedades medicinales hacen de la albahaca una planta sagrada. Sus poderes van más allá. Por ejemplo, los indígenas del Chocó siembran y utilizan siete variedades distintas de esta planta para tomar sus ramitas y hacer baños para la buena suerte.
Y en materia de aromaterapia, la esencia floral de albahaca se utiliza mucho para integrar la sexualidad con la espiritualidad. El aceite esencial de albahaca prepara a las personas para que armonicen con el ambiente.
El aroma de la albahaca relaja y pone bien a la gente para asumir las cosas de una manera positiva. Por eso vale la pena incluirla en los arreglos florales . Para muchos, este aroma tan agradable, ayuda a aliviar la fatiga mental. Y una combinación de aromas ideal es la de cítricos, flores, y especias.
Por su aroma, la albahaca fue utilizada por los indígenas como perfume.
FUENTE:
www.eltiempo.com